lunes, 18 de enero de 2016

Ranma en el pasillo

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Aquí un pequeño ejercicio, sin pies ni cabeza, que escribí hace muchísimo tiempo (como diez años). A lo mejor ya lo leyeron. Anduvo rodando por aquí y por allá; primero lo subí a FanfictionNet, pero no me convencía y lo bajé y lo dejé en un sitio personal que antes tenía en geocities y que ya no existe. A partir de este año almacenaré aquí todos esos escritos sueltos que traigo perdidos en mis discos de respaldo, confiando en que Blogger resista el paso del tiempo. Saludos.

RANMA EN EL PASILLO

Estoy aquí, sentada sobre una mesa vieja y apoyada en la baranda de concreto de una escuela que, según sé, es mucho más añeja que mi improvisado asiento. Es un día caluroso, aunque no tanto como ayer o antier; las nubes apenas se aprecian bajo el cielo gris. Esta ciudad ya tiene contaminación.

No se qué escribir. Tan sólo dejo vagar mi mirada por el paisaje que se aprecia a través del simulado ventanal que me hace las veces de mesa. Aprecio la antena retransmisora de ¿Telmex?; lo más seguro es que así sea. El esqueleto del "parque de las Américas" luce descuidado: no hay banderas, y tampoco las líneas de focos tamaño normal que cada año forman el pino de navidad. No hay nada. Al menos, nada que alimente mi incipiente espíritu de escritora...

─Hola ─una conocida voz me habla. Elevo la vista y me encuentro primero con la punta anudada de una espesa y sedosa trenza negra; sigo ascendiendo y entonces lo veo: su mirada brillante de tono azul-gris es inconfundible y, extrañamente, no tiene ese fulgor característico en él.

─¿Qué pasa Ranma? ─pregunto con incredulidad. Aún me parece un sueño el que él esté aquí, y que me haya dado el gusto de aparecer de esa manera tan suya, descolgándose del techo.

─¡Rayos! ─de pronto, antes de poder contestarme, el chico resbala y apuradamente logra sujetarse de la baranda. Luego de un momento se impulsa con su agilidad característica y consigue trepar al barandal, que tiene la anchura acostumbrada en una pared antigua.

Mientras escribo, él me observa confundido. Quizá se pregunta el porqué no me inmuté ante su caída. Después de un tiempo exhala pesadamente y cambia de posición hasta sentarse en la baranda, apoyando la espalda en uno de los pilares. Siguiendo con sus habituales movimientos estira los brazos y los cruza por detrás de su cabeza. No ha dejado de mirarme. Entonces es cuando lo miro de vuelta.

Sus ojos siempre impresionan. No tanto por su belleza, sino más por su expresión, la cual es una suerte de conjugación de las emociones más extrañas y profundas que se pueden reunir en un alma. Es curioso; pese a que lo prefiero vestido en color negro, ahora aparece ante mí con su vestuario más representativo: pantalón azul y camisa roja estilo chino. Lo miro nuevamente y ahora es él quien aparta la mirada y la dirige hacia un punto en la lejanía, justo hacia mi derecha.

Es extraño; hasta ahora no ha hablado mucho. De hecho, no ha dicho nada más aparte del saludo de hace unos minutos. Sin embargo, el silencio entre nosotros no es incómodo; pareciera que él viene a decirme algo y ¡yo sé que también quiero decirle muchas cosas! No obstante, pesa sobre nosotros una suerte de encantamiento.

Él cambia de posición ahora y vuelve a suspirar. Es absurdo pero ese gesto no parece ser el mismo de siempre; es distinto, como más... en paz.

Lo observo sin disimular; pero está ocupado y distraído mirando hacia la calle, y luego hacia el pequeño cerro tupido de viviendas. Aunque lo tengo frente a mi no consigo distinguir, identificar, el nombre de la emoción que surca sus ojos.

Quiero hablarle pero no me atrevo. Por absurdo que parezca estoy demasiado ocupada en escribir. El momento es tan único y tan mágico que no puedo dejarlo escapar. 

Casi sonrío al percatarme de que él parece formar más parte de esta realidad que yo; o quizá, sólo por un instante hemos intercambiado universos... ¿Será posible?

Alguien me llama. Miro una vez más a Ranma y, sin decirle una palabra me alejo; sé que sólo serán unos momentos, así que no me preocupa que se vaya: él seguirá aquí porque vino a decirme algo.

Avanzo lenta y disimuladamente por el pasillo hasta llegar al final, donde se encuentra la escalera que desciende a la planta baja. Me preocupa él; aunque sé que nadie lo ve. Los alumnos van y vienen por los pasillos; entran y salen de las aulas, pero ninguno ha pegado el grito por ver a semejante personaje en el pasillo.

Transcurren varios minutos en los que debo ir a cumplir con un encargo. Y, sin embargo, mi mente se ha quedado con el chico de la trenza. Cuando regreso hay un par de niñas saltando sobre la baranda. Ranma también las ve y leo en sus ojos la determinación y el acecho. Sé que las vigila. No puede evitarlo. Es su instinto. Aunque me pregunto si sabe que aquí no puede hacer mucho.

Es una delicia contemplarlo: esa fuerza interna se le manifiesta en cada uno de sus rasgos. Incluso en una estancia casual como la que sostiene ahorita sé que está más alerta que ninguno alrededor. Nada en él es descuido. El pie izquierdo, aparentemente más relajado y oprimido bajo su pierna es un punto de apoyo en caso de verse forzado a realizar un salto imprevisto. El derecho firmemente plantado sobre el concreto. El ángulo perfecto de su espalda, forzado por el pilar sobre el que se apoya indica una engañosa relajación y sus brazos, uno dejado caer con descuido sobre su cadera y pierna y el otro sirviendo de apoyo para la cabeza, están siempre en tensión. Es una maravilla. Sólo puedo describirlo así.

Escucho el tercer suspiro de la tarde, y lo veo cambiar ligeramente de posición. Ahora sus dos brazos están dando soporte a su cabeza. Su mirada continúa siendo distante, inmersa en recuerdos o quizá en la preocupación del día.

─Tu mundo es extraño ─me dice, mientras observa el deteriorado diseño del complejo arquitectónico que alberga la escuela más antigua y más grande de la ciudad.

─¿Te parece? ─pregunto y no puedo sino comprenderlo: él, personaje o humano, nació en un país de los llamados "desarrollados".

─Hace rato... ─hace una pausa y luego su voz adquiere un tono de incredulidad─: resbalé de verdad ─dice tristemente─. Eso nunca me sucede.

Lo observo, y estoy  segura de que él puede ver la preocupación en mi mirada. ¿Será que la atmósfera y las condiciones en general de éste, mi mundo, lo hacen más frágil, menos poderoso?

─No, no es tu mundo ─sí: increíblemente, el despistado Ranma ha pescado al vuelo mis pensamientos ─. Tal vez... ─comienza a decir, pero calla. La pausa es demasiado prolongada pero no me atrevo a romper el silencio. Me mantengo a la expectativa, escuchando tan sólo el sonido acompasado de su respiración. 

Transcurren varios minutos y luego puedo oír lo que sigue; una oración afirmativa de dos palabras:

─Soy yo.

Volteo a verlo, sorprendida, y antes de que pueda añadir algo él prosigue─: No sé que me pasa, pero sé que debo superarlo y yo... ─en ese momento, algo que yo no puedo ver llama poderosamente su atención─. Debo irme ─dice, antes de saltar al patio cubierto de gravilla y de ahí a la calle, para alejarse corriendo.

Me pregunto:

¿Qué aventura vivirá ahora?

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Gracias por visitar este pequeño espacio.
Soy lectora empedernida de fanfiction y, ocasionalmente, fanficker, aunque estos últimos años no he estado muy activa en este terreno; aún así no pierdo la esperanza de salir de deudas.
Leo fanfics en inglés y español; así que mis favoritos (autores e historias) que se encuentran listados aquí pueden pertenecer a uno u otro idioma.
Lean y sean felices.

 

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