Hoy hasta el sereno es cálido y la noche, lejos de ser mágica, es tan cotidiana que en la calle se escuchan el pasar, el llegar y el partir. No sé si también anda el quedarse, porque es el más callado; sin embargo, no creo que haya faltado y seguro que merodea cerca; bien dispuesto, como siempre, a obtener lo mejor de cada rato.
El silencio aparece, enfundado en su mejor traje, resuelto, una vez más, a cortejar la oscuridad, con la devoción y porfía propias del amante.
Poco a poco se dan cita los quereres, en tanto mis ojos se cierran, abriéndome la puerta a una colección de mundos fantásticos y nuevos.
Noche de hoy, por favor: dura un poco más...